Se podrá deslumbrar a muchos y conmover a más, pero jamás se podrá compartir con nadie el goce infinito que encierra a la creación entre las paredes del artista. Allí, en soledad con la multitud de sus interiores el artista no sabrá jamás a quién alcanzará con lo suyo, pero sí sabrá de inmediato cuánto dolor propio se ha animado a poner en juego.